Gracias a los estudios sobre cómo funciona el cerebro que se han llevado a cabo a través de la neurociencia estos últimos años, sabemos de la influencia que tienen en nosotros las emociones y la importancia de saber gestionarlas de manera acorde en cada situación.
Por eso hoy os presentamos 5 recursos excelentes para trabajar y fomentar la Inteligencia Emocional en los niños.
La Inteligencia Emocional
Aristóteles en una serie de libros dedicado a su hijo Nicómano, “Ética a Nicómano” escribió: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
Esto podría encajar hoy en día con lo que es ser emocionalmente inteligente.
La inteligencia emocional no tiene que ver con el aprendizaje académico, sino con las habilidades personales de cada uno.
Hace referencia a la capacidad que tienen las personas para entender y manejar tanto sus propias emociones, como las de los demás.
Esto nos llevará a gozar de mejores relaciones con los demás, conocernos a nosotros mismos y respetarnos y aceptarnos tal y como somos. Gracias a la inteligencia emocional conseguiremos alcanzar una vida más plena y satisfactoria.
Las emociones
Las emociones son reacciones automáticas, innatas e inconscientes que experimentamos ante un estímulo interno o externo. Son muy intensas, cortas en el tiempo y anteceden a los sentimientos.
Todas las emociones tienen una función. Con nuestro pensamiento damos una interpretación a lo que nos está ocurriendo y de ahí nacen los sentimientos. Son menos intensos que las emociones pero más largos en el tiempo. Pero cuando se estancan, se magnifican o se malinterpretan y no las gestionamos bien, es cuando vienen los problemas.
Imaginaos que vuestro hijo ha peleado con su mejor amigo en el colegio. Seguramente tu hijo esté enfado, triste… Pero durante cuánto tiempo. Con qué intensidad.
Tener inteligencia emocional es saber comprender qué te dicen las emociones, para así poder manejarlas de manera eficaz y que no interfieran en las cosas que quieras hacer y conseguir.
Por lo tanto que tu hijo esté enfadado durante 2 días, una semana,… no le va a ayudar a seguir con sus objetivos. De ahí que sea imprescindible que aprendan a ser emocionalmente inteligentes.
Partes de la Inteligencia emocional
- Conocimiento de uno mismo. Conocer y ser conscientes de nuestras emociones. Poder reconocer un sentimiento en el momento que ocurre nos ayudará a regularnos emocionalmente.
- Autocontrol. Saber manejar los propios sentimientos para que no se descontrolen y se expresen de una manera adecuada. Ser hábil para suavizar la ira, el estrés,… mejorará nuestras relaciones interpersonales.
- Automotivación. La motivación que cada uno se dedica es el mejor motor para la mente y el corazón. Nos hace centrarnos para conseguir los objetivos que nos proponemos.
- Empatía. Una de las habilidades emocionales que es vital para la vida social. Las personas empáticas conectan mejor con los demás, pues detectan más fácilmente lo que necesitan o desean las personas con las que se relacionan, pudiéndoles así comprenderles y ayudarles.
- Habilidades sociales. Son las habilidades que te hacen establecer buenas relaciones con los demás. Saber escuchar activamente, saber comunicar, ser asertivo, paciente,… hace mucho más efectivo interactuar con los demás.
El papel de los adultos
Nuestros padres y madres no conocían la educación emocional cuando éramos niños. Así que nos educaron como les habían educado a ellos nuestros abuelos.
Por suerte, hoy conocemos la Inteligencia Emocional y los beneficios que tiene educar emocionalmente a los niños.
Pero ponerlo en práctica no es fácil. Por eso tenemos que poner todo de nuestra parte para que la educación emocional que reciben los peques sea efectiva.
Y esto conlleva que prediquemos con el ejemplo. Los adultos somos el espejo donde se miran los más pequeños de la casa. Aprenden por modelaje. Lo que hacemos, lo hacen.
Por eso es fundamental que antes de intentar educarlos a ellos, nos eduquemos a nosotros mismos. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pues llevamos muchos años comportándonos de manera distinta. Pero como dice el refrán, “el que algo quiere algo le cuesta”.
De nada sirve enseñarle al niño que no grite cuando se enfade, cuando nosotros somos los primeros que lo hacemos. Pongámonos manos a la obra.
Recursos
Os dejamos 5 recursos con los que podréis fomentar en familia la inteligencia emocional de los niños.
1.- El “libro de las emociones”
Se trata de coger una libreta e ir poniendo fotos vuestras donde estéis expresando diferentes emociones. Es ideal para que comiencen a aprender las emociones y a identificarlas. Adaptaremos el libro dependiendo de las edades de los miembros de la familia.
A los más pequeños podemos enseñarles las emociones básicas e ir ampliando progresivamente (sorpresa, asco, miedo, alegría, tristeza, ira…). Con los mayores trataremos emociones un poco más complejas.
Aprovechad para hablar sobre esas emociones. Sobre los sentimientos que os provocaron. Cómo reaccionó vuestro cuerpo. Qué hicisteis al sentirla…
Se trata de sacarle todo el partido a esa foto. De compartir con los miembros de tu familia.
Si no tenéis fotos de alguna emoción que hayáis vivido, apuntarla en forma de texto, explicando detalladamente todo el proceso.
Como hemos comentado anteriormente, cuantas más experiencias y pensamientos compartamos los adultos, más compartirán los niños. Primero dar para luego poder recibir.
2.- Cuentos
Una de las herramientas esenciales para educar emocionalmente a los niños son los cuentos.
Debido a la popularidad que la inteligencia emocional ha adquirido, contamos con innumerables opciones a la hora de adquirir un cuento.
Por eso es fundamental escoger bien el cuento, sabiendo qué es lo que queremos conseguir con él y que sea divertido y entretenido.
Del propio cuento sacaremos muchas enseñanzas, pero si lo vamos acompañando de preguntas sobre los personajes, sobre si alguna vez se han sentido así,…, haremos que la lectura sea mucho más rica y beneficiosa para el pequeño.
Aprovechemos los cuentos para que reconozcan e identifiquen las emociones, que aprendan estrategias para resolver conflictos, para no frustrarse, para calmarse… Que aprendan las diferentes formas de comunicarse, a empatizar y un largo etcétera.
Aquí os dejamos 5 cuentos para educar en emociones.
3.- ¿Cómo estás? ¿Qué tal?
Cuántas veces nos han hecho esta pregunta y hemos respondido con un aplastante: “Bien”.
Esta actividad que podemos convertir en juego se trata de preguntar al resto de la familia por sus emociones. Pero tenemos que hacerlo de una forma inusual, con una pregunta abierta, que dé pie a seguir la conversación y saber más cosas de la otra persona.
Pongamos ejemplos: ¿Qué es lo mejor que te ha pasado esta mañana/hoy?, ¿Has tenido la oportunidad de hacer algo bueno por otra persona?, ¿Quién ha sido el menos simpático hoy contigo?…
Se trata de comunicarnos entre los miembros de la familia. No hacer todos los días la misma batería de preguntas, una detrás de otra, como si fuera un interrogatorio de la policía.
Este juego debería ponerse en práctica diariamente, pues conseguiremos establecer una fuerte relación con nuestros hijos basándonos en una comunicación respetuosa. Se sentirán valorados, escuchados y respetados.
4.- Storytelling.
No hay mejor forma de aprender que haciéndolo mediante historias. De ahí que el Storytelling sea una herramienta genial para fomentar la inteligencia emocional.
Elegiremos una historia atractiva y que tenga como fondo trabajar una de las habilidades emocionales.
Aquí es donde viene la parte complicada y es que tenemos que sacar todo nuestro talento y arte para contar la historia, transmitiendo el mensaje de forma inolvidable. Así es como despertaremos la imaginación de nuestros hijos, avivando sus emociones y generando que se identifiquen con ella.
Mediante el storytelling logramos que cale profundamente el mensaje que queremos darle a nuestros hijos. ¿Te atreves?
5.- Dibujando al ser misterioso.
Buscamos por internet alguna foto de animales, personas, personajes inventados, caricaturas…
Uno de los miembros de la familia tiene que describir ese ser misterioso al resto, y estos ir dibujándolo conforme a lo que se vayan imaginando. No damos ninguna pista más que la descripción de lo que estamos viendo.
Al concluir, todos mostraréis el dibujo realizado. La comparación de estos dibujos suele provocar muchísimas risas. Una vez analizados todos los dibujos se enseña la imagen que ha sido descrita, con el ser que habíamos elegido.
Con esta actividad fomentamos la empatía y la importancia de la comunicación. Tanto del emisor, pues tiene que expresar muy bien lo que quiere transmitir, como de los receptores, que tienen que prestar atención y escuchar activamente lo que se les dice.
Es revelador ver cómo ante un mismo estímulo cada uno se comporta de manera diferente al otro.
Estas actividades son para fomentar la inteligencia emocional en los más pequeños de la casa, pero también para disfrutar de la familia y compartir momentos, pensamientos y experiencias que normalmente no solemos hacer.
¡Disfruta de tu familia!
Javier Peñarrubia Orozco. Experto en Inteligencia Emocional.